Raíces de dos tierras lejanas entrelazándose en mis manos. Imagen de los colores vibrantes de las tierras mexicanas de San Francisco de Campeche, sus muros añejos bañados por el sol, y la luz salina que danza sobre las fachadas del Cabanyal. Una pieza que respira fusión, formas orgánicas que evocan la sinuosidad de sus costas, la calidez de su gente.
Cada curva, cada tonalidad que del vidrio, es un eco de sus paisajes, de sus tradiciones. No es solo un objeto que adorna un espacio; es un puente invisible tendido entre dos orillas, un homenaje a la historia compartida, al mar que las une y a la luz que las baña. Admiración por la fuerza de la identidad, por cómo el arte puede trascender distancias y unir corazones a través de la forma y el color. Un pedazo de dos mundos fundiéndose en uno, una celebración de la riqueza que nace del encuentro.